Contre vents et marées

Miguel Rothschild

10 de septiembre > 29 de octubre 2016


se concentra sobre los momentos felices y trágicos de la vida. Se siente atraído por el abismo que separa nuestro placer infantil frente a la belleza, a todo lo que brilla, de las herramientas que utilizamos torpemente  para apaciguar nuestros tormentos cuando somos golpeados por una catástrofe personal. Con este fin, Rothschild se refiere seguido a la Biblia. En Contre vents et marées (Contra viento y marea), él fusiona las metáforas clásicas del diluvio en tanto que castigo del pecado original con una vista romántica de una extensión de agua infinita que sería el reflejo de nuestras emociones. Rothschild trabaja a partir de sus propias tomas fotográficas, desplegando esta doble dimensión en una dramatización lúdica de trampantojo.


Uno de los métodos del artista para extender sus fotografías hacia el espacio es la utilización de hilo de pescar: extendido y multiplicado, éste puede representar los rayos emitidos por el Espíritu Santo o una llovizna; suspendidos de un ramo, los hilos pueden sugerir los cabellos desatados de María Magdalena, pero también un derrame de lágrimas que brotan de la imagen. En Sans titre. Según William Turner, un pedazo de tela fino, sobre el cual esta impresa una foto del mar, está suspendido por varios hilos de nylon de diferentes largos, transformando la imagen en un modelo reducido de un océano agitado.  Un una obra que lleva el mismo título de la exposición, Rothschild perforó orificios circulares de diferente dimensión en la espuma del mar. Los círculos resultados de este tratamiento son acumulados bajo el cuadro como gotitas de lluvia solidificada que cayeron del agua.  Al mismo tiempo, nuestro ojos son perturbados por el diseño abstracto de las perforaciones y la espuma que parece una suerte de epidermis de criatura de mar salida de las profundidades.


Los paisajes marinos pueden igualmente ser puestos en escena a través del vidrio del cuadro, posicionado con distancia delante de la fotografia: en Outre-mer, el vidrio protector ingeniosamente fisurado evoca la violencia potencial del mar, pero las fisuras del material captan también la luz, sugiriendo el estremecimiento de esta sobre el agua. En Fenêtre, la vista de un cielo tormentoso es encuadrado detrás de un vidrio acrílico canela, convirtiendo así la idea de peligro divino en una lluvia torrencial.


Los títulos de las obras nos ayudan a comprender el placer del artista de reconciliar la comedia con la tragedia, la melancolia con su optimismo profundo. Rothschild presenta una síntesis que flota de sus connotaciones culturales asociadas a los paisajes marinos. El contraste entre el nivel de comentario y la humildad del método, entre alto y bajo, nos hace sonreír y reflexionar sobre nuestros maneras de enfrentar los dolores emocionales.


Helen Adkins, Berlin


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